La Caza
- Tienes que llamar a tus padres, ya es hora - recordó Facundo.
- Estoy nerviosa – dije mientras iba hacia la cocina para tomar el celular.
- No te preocupes, estamos aquí contigo – dijo Cloe para apoyarme.
- Tiene razón, cuentas con nuestro apoyo hermanita – agregó Facundo, en ese momento me sentí especial pues era la primera vez que Facundo me decía así y por lo que me había contado sólo a Irina le decía hermanita.
- Entiendo que estés nerviosa, pero nosotros te protegeremos de todo – concluyó Diego.
Nos sentamos en el living, ya tenía el celular en la mano, vacilé pero decidí que entre más lo pensaba sería peor entonces marqué el número de mi madre.
- Hola ¿Quién habla? – contestó mi madre, esta vez pude notar en su voz que estaba mas tranquila, eso me dio un poco de alivio.
- Hola mamá ¿Cómo estas? – le dije tratando de sonar casual.
- Bien ahora que te escucho hija ¿Cuándo vas a volver? Ya paso otro mes – me reprochó pero más que nada me rogó - ¿Estás bien?
- Pronto mamá, estoy bien, te cuento que estoy estudiando para no atrasarme con mis materias pero también aprendo algunos idiomas y a tocar unos instrumentos musicales ¿Cómo está Gabriel? – pregunté ansiosa por saber de mi hermanito ya que le pedí a Cloe, Facundo y Diego que no volvieran a Uruguay salvo que fuera por una emergencia ya que mi familia podría correr riesgos, ellos accedieron así que hace tiempo que no se nada de mi familia.
- Bien, es un ángel, me recuerda mucho a vos ¿Cómo haces para estudiar tantas cosas? Que yo sepa se necesita el permiso de os padres y unos cuantos papeles – dijo tratando de sacarme información.
- Con profesores particulares, me alegro que Gabriel esté bien, ansío conocerlo ¿Alguna otra noticia? – pregunté bastante animada por como estaba la conversación.
- Yo también ansío que lo conozcas hija, por ahora ninguna, tu abuela está bien y me pidió que te enviara muchos saludos – dijo, luego de eso hablamos por mas de media hora, me hacía preguntas cautelosas y astutas tratando de averiguar algo pero logré evadirlas con mis respuestas, me sentí genial pero esa conversación me mostró lo mucho que extraño mi casa, a mis padres y a mi familia, también me confirmó lo que sospechaba, ninguno de los que se hacían llamar “mis amigos” aparecieron para preguntar por mi, la verdad eso no me molestó en absoluto pues ellos no le llegan ni a los talones a Facundo, Diego y Cloe - ¿Ya hablaste con tu padre? – preguntó mi madre al ver que sus intentos por averiguar mi paradero no servían.
- Aún no, apenas terminemos lo llamo – le dije – Mamá creo que ya es hora de cortar, no quiero hacer esperar a papá.
- De acuerdo – dijo un poco desanimada.
- Hasta el próximo mes mamá, te quiero mucho y te extraño – me despedí con dolor.
- Yo también mi princesa, espero poder verte pronto – dijo con el mismo dolor en la voz que yo. Me costó muchísimo pero esta vez pude cortar el teléfono yo misma.
Diego, Cloe, Facundo y yo estábamos muy felices pero igual seguíamos un poco preocupados porque aún quedaba la charla con mi padre, esta vez tenía más confianza ya que la situación con mi madre estaba muy bien y ella siempre fue y es más terca que mi padre.
Sin pensarlo marqué el número del celular de mi padre.
- Hola ¿Quién habla? – atendió mi padre.
- Hola papá ¿Cómo estas? – contesté un tanto insegura.
- ¡Arianna! Hija ¿Cómo estás? ¿Por qué aún no has vuelto? Ya han comenzado las clases y tu no apareces – reprochó mi padre, pero li hizo bastante animado, lo cual me calmó – La verdad no creí que fueras a llamar – confesó.
- Lo prometí y sabes que siempre cumplo mis promesas – afirmé – Sé que han comenzado las clases y perdón por no volver todavía pero…
- “No es seguro” – dijo mi padre imitando mi voz - ¿Qué tiene que pasar para que sea seguro? – preguntó un poco frustrado.
- Cuando vuelva les contaré todo – le mentí para que se tranquilizara.
- Por supuesto que si señorita – afirmó con seriedad – Deberás darnos muchas explicaciones cuando vuelvas y mas sabiendo que perderás un año de estudio.
- Papá no te preocupes por eso, estoy estudiando todas las materias que me corresponden este año más algunas extra, e incluso estoy aprendiendo algunos idiomas y a tocar algunos instrumentos musicales, no voy a desperdiciar el año – le expliqué.
- ¿Cómo estudias todo eso sin el consentimiento de tus padres y con qué dinero? – preguntó pensando que yo lo estaba engañando.
- Son clases particulares, y por el dinero no te preocupes que no me falta nada - le dije.
- Si tú lo dices – contestó desconfiado.
- ¿Piensas que te estoy mintiendo? – pregunté un poco herida.
- No, no, es que me cuesta creerlo pero si tú dices que es así te creo – dijo.
- Cuéntame que has hecho este mes – le pedí y mi padre me puso al día de todo, su trabajo, la familia, todo, estuvimos hablando durante cuarenta y cinco minutos, luego le conté un poco sobre mis estudios, le hablé en italiano y francés para probarle que si estaba aprendiendo lo cual lo dejó muy contento. Al igual que mi madre realizó preguntas astutas tratando de averiguar mi paradero o la razón de mi partida pero fue en vano, luego mencionó algo que nos sorprendió a todos, pero, a Diego lo enfureció.
- Hace dos días Ariel estuvo aquí preguntando por ti – comentó mi padre, miré a Diego, su expresión se tornó dura, sin decir una palabra se levantó y se fue, Facundo lo siguió preocupado, Cloe se quedó conmigo y apretó mi mano como símbolo de apoyo para que continuara la conversación con mi padre.
- ¿Qué quería? – pregunté con sequedad.
- Preguntó si sabíamos algo de ti, le dije que te la estabas pasando genial en tu viaje y me pidió algún número para comunicarse contigo ya que te envió correos electrónicos pero no contestaste – me contó mi padre – Y también me pidió que le avise cuando vuelvas.
- Ah, la verdad me sorprende – dije seria.
- Hija ¿Aún sientes algo por él? – preguntó mi padre preocupado.
- La verdad no papá, no siento nada por él, te pido que si se vuelve a aparecer que le digas que te comunicaste conmigo y yo te dije que no me busque, que no me escriba porque no quiero saber de él – le pedí seria y totalmente decidida.
- Me alegra mucho escuchar eso hija – dijo alegre – Perdón pero debo cortar porque tengo que ir a trabajar – dijo desanimado.
- No te preocupes, ve tranquilo, yo debo estudiar – le dije un poco desanimada pero también agradecida porque necesitaba ver a Diego y comprobar que esté bien – Te quiero papá hasta pronto.
- Yo también hija, espero verte pronto – dijo un poco triste, esta vez no me costó tanto cortar ya que estaba muy preocupada por Diego.
- Cloe ¿Qué le pasó a Diego? ¿Por qué se fue así? – pregunté preocupada.
- No lo sé – contestó tan confundida como yo – Es la primera vez que lo veo así.
- ¿En dónde está? – pregunté.
- Se fue de caza con Facundo para calmar los ánimos – dijo.
- ¿Me puedes llevar? – le pedí.
- ¿Cómo se te ocurre eso? ¿Acaso estás loca? Imagínate lo que podría pasar si… - me dijo a gritos, tal vez si yo estaba loca pero tenía que hablar con Diego.
- Diego y Facundo ya cazaron este mes así que ahora lo están haciendo innecesariamente, necesito hablar con Diego ahora, no puede ponerse mal por ese chico que no vale la pena – le expliqué a Cloe pero siguió negándose – Por favor Cloe te lo suplico.
- No Arianna, no supliques – dijo pero noté que ya no estaba tan segura como antes.
- Cloe o me llevas o saldré sola a buscarlos – la desafié decidida.
- ¿Cómo los encontrarás? – preguntó tratando de convencerme de que no hiciera nada.
- No lo sé, saldré a caminar por ahí y gritaré sus nombres, pero queda segura de que lo haré – le dije con seriedad y decisión.
- De acuerdo iremos – dijo rendida – Se van a enfadar conmigo.
- La culpa es mía, no dejaré que se la agarren contigo – afirmé.
- Pero tú en las noches duermes, nosotros no – agregó.
- Pero creo que tienes la fuerza suficiente como para aguantar unas pocas horas con ellos – agregué.
- En eso tienes razón, aparte tengo que saldar unas cuentas con Facundo – dijo con tono especulativo y soltó una risa macabra y juguetona.
- ¿Vamos? – pregunté.
- De acuerdo, vamos – dijo con poca gana.
Caminamos hasta el jardín, saltamos la reja y Cloe me pidió que subiera a su espalda.
- Cierra los ojos y no los abras por nada – ordenó, inmediatamente le hice caso - ¿Lista?
- Si, ¿Cuánto tiempo nos tomará llegar? – pregunté con curiosidad.
- Unos pocos minutos, agárrate fuerte y no te olvides: no abras los ojos – recordó y yo asentí – Vamos.
El trayecto fue rápido, lo único que sentí fue el viento en mi cara, a los pocos minutos Cloe me permitió abrir los ojos y me dijo que ya habíamos llegado pero yo no veía a nadie.
- ¿En dónde están? – pregunté mientras me bajaba de su espalda.
- A un kilómetro, no te llevé directamente porque correrías un gran riesgo – explicó.
- ¿Estamos muy lejos de la casa? – pregunté contemplando mis alrededores.
- Si bastante – dijo.
- ¿Nos pueden escuchar?
- Si claro – contestó Cloe – Pero cuando estás cazando tu mente no te comanda, sacas a flote tu instinto animal, te aconsejo que trates de hablar con Facundo ya que Diego está muy distraído por lo que escucho – aconsejó, yo asentí y comencé a hablarle a mi mejor amigo.
- Facundo ¿Me escuchas? Soy Arianna, ¿Puedes venir? – le pedí hablando un poco más alto de lo normal pero sin gritar.
Con Cloe quedamos en silencio por unos segundos mirando a los alrededores hasta que entre los árboles apareció Facundo a cuatro metros de nosotras limpiándose la sangre de su rostro, pude notar que su ropa estaba impecable a pesar de que estaba cazando.
- ¡¿Cómo pudiste traerla aquí?! – le reprochó a Cloe - ¡¿Acaso perdiste la cabeza?!
Cloe fue e hablar pero yo hablé antes.
- No le digas nada, enójate conmigo, yo le insistí que me trajera porque necesito hablar ahora con Diego – expliqué.
- Pero ella tiene voluntad – me dijo y luego le habló a Cloe - ¿Acaso no puedes decirle no a una chica de catorce años?
- ¡Me dijo que si no la traía ella iba a salir tras ustedes! ¡¿Qué querías que hiciera?! ¡¿Qué la atara o encadenara como un perro para que no pudiera salir?! ¡Sabes muy bien que no podía salir a los campos solo conmigo sin que estuviera alguno de ustedes cerca porque podría aparecer Oscar! – le gritó ya estando a un paso de él.
- ¡Pero hay otras formas! ¡Debes usar un poco el cerebro! – gritó Facundo.
- Ya me harté de ti – dijo Cloe y se aprontó para saltar al igual que Facundo.
- ¡BASTA! – les grité como jamás en mi vida, estaba totalmente enojada, ambos sorprendidos quedaron mirándome fijamente - ¡YA ME TIENEN HARTA CON SUS PELEAS Y DISCUSIONES! ¡SE COMPORTAN COMO UN PAR DE NIÑOS! – les grité y comencé a caminar, Facundo me tomó del brazo para frenarme.
- ¿A dónde vas? No es seguro – dijo serio.
- No se, a donde no pueda verlos, no me importa que no sea seguro – dije enojada y traté de librarme de su agarre pero no lo permitió.
- Déjala ir, no le pasará nada – dijo Cloe – Lo necesita, es igual que Diego, déjala que se calme – pidió cordialmente, Facundo pensó unos segundos y me miró a los ojos, pudo ver mi enojo entonces me soltó.
- Ten cuidado y no te asustes si ves algo fuera de lo normal, pero si se te acerca algún animal nos llamas enseguida – dijo Facundo con seriedad y me soltó el brazo, sin contestarle comencé a caminar.
Caminé y caminé hasta que comencé a escuchar ruidos extraños cerca de donde me encontraba, seguí caminando tratando de ignorar los ruidos pero me quedé contra un árbol al notar que el sonido se intensificó.
Quedé paralizada tratando de ver algo pero estaba bastante oscuro, al cabo de unos segundos pude distinguir la silueta de un animal acercándose, al acercarse un poco más pude ver que se trataba de un lobo. Estaba a punto de atacarme un lobo.
No quería llamar a Cloe y Facundo porque sabía que lo matarían y ese animal es muy hermoso como para que lo maten.
Me quedé allí, aterrada, el lobo sólo me miraba fijamente a los ojos, en esos segundos recordé cuando por curiosidad investigaba a los lobos, usualmente andan en manada y no atacan a los humanos, me sorprende que éste ande solo, pero quizá solo tengo mala suerte y justo mi animal favorito me va a matar.
Al pasar los segundos se aprontó para saltar, su posición era muy parecida a la posición en la que quedó Facundo cuando Cloe lo iba a atacar ¿Qué harán ellos luego de que yo muera? Espero no se culpen entre sí, no quisiera que se separaran por mi culpa, pero sobre todo ¿Qué hará Diego luego de que yo muera a causa de este lobo? No puedo ni pensarlo, me duele mucho.
Listo, eso era todo, el lobo soltó un fuerte rugido en símbolo de que ya era mi hora, estaba a cinco metros de mí.
Otros ruidos comenzaron, esta vez venían de los árboles, el lobo y yo comenzamos a mirar tratando de ver algo, cuando de repente el lobo saltó sobre mí, cerré los ojos esperando la muerte pero al no sentir nada los abrí y noté que alguien lo había detenido a mitad del camino. Aunque estuviera de espaldas y solo nos iluminaba la luz de la luna me resultó fácil reconocerlo:
Diego…
Diego llegó justo en el momento indicado para salvarme.
El lobo rugió enojado y Diego le devolvió un rugido que hizo que el animal se agachara como si hiciera una reverencia.
- No lo lastimes – le pedí a Diego – Sólo deja que se vaya – le dije con tranquilidad y traté de acercarme a él pero volvió a rugir y saltó sobre el lobo para matarlo.
- ¡Diego NO! – le grité y fui hacia él para frenarlo pero no pude ya que Cloe y Facundo aparecieron. Cloe se colocó delante de mí como si formara una reja que me dejaba presa contra un árbol y Facundo envolvió a Diego con sus brazos dejándolo inmóvil para que el lobo escapara.
- Tranquilízate Diego, el animal ya huyó – le dijo Facundo sin soltarlo mientras el pobre lobo salía corriendo aullando del miedo.
- Cloe déjame acercarme – le susurré.
- No Arianna, Diego jamás se perdonaría si te lastima – contestó seria – Facundo tenía razón, no te tendría que haber traído.
- Diego no me lastimará, por favor entiéndeme, sé que lo puedo calmar – le rogué – Facundo no lo va a soltar, déjame por favor – supliqué.
- De acuerdo pero por favor ten cuidado, es la primera vez que Diego se comporta así – me dijo mirándome a los ojos con sincera preocupación y luego miró a Facundo – Facundo por favor no lo sueltes.
- No te preocupes, Arianna estará bien, confío en que Diego no le hará nada pero igual no lo soltaré – contestó Facundo tratando de calmar la preocupación de Cloe.
No estaba asustada, confío plenamente en Diego, me acerqué decidida, pero mas que nada preocupada, por él.
Cuando quedamos frente a frente pude verlo directamente a los ojos, no logré reconocer su expresión, era una mezcla de miedo, dolor, impotencia, pero también estaba la rabia, tenía toda la barbilla y los labios repletos de sangre.
Le quité a mi blusa un pedazo de tela para usarlo como pañuelo, le limpié toda la sangre de la cara a Diego y tiré el retazo al suelo pero en ese momento Cloe lo tomó y comenzó a olfatearlo sin parar, entonces recordé que ella debía cazar.
- Es sangre de lince, Diego no lo terminó porque vino a ayudar a Arianna, ve está a medio kilómetro de aquí – le dijo Facundo con tranquilidad.
- No es necesario, puedo controlarme – contestó Cloe.
- No tienes porque ser fuerte, en serio ve, yo me haré cargo de Arianna y Diego – insistió Facundo.
- Por favor ve, no pierdes nada con probar – le pedí, Cloe nos miró por unos segundos hasta que asintió y desapareció entre los árboles.
Miré fijamente a Diego.
- Mi amor soy yo, tranquilízate, por favor no estés así – le rogué acariciándole la mejilla.
- Arianna ¿Qué haces acá? Te estás arriesgando, tenés que irte, no soy seguro – dijo sin dejar de mirarme.
- No me iré, vine porque estoy preocupada por vos, tranquilízate y hablemos, por favor mi vida no estés así – le supliqué.
- Después de lo que viste ¿Todavía me quieres? Soy un monstruo, no soy bueno para vos ¿No te asusto? Si me odias y no me quieres volver a ver sólo dímelo, te entenderé – dijo con tono amargo en su voz.
- Diego ¿Cómo puedes pensar eso? Yo te amo, te amo y eso no cambiará, aunque casi matas a un lobo no creo que seas un monstruo, ésta es tu naturaleza y no me importa, no me alejaré de vos, de verdad te amo tal y como sos y no me asusta ni me importa que seas vampiro, te conozco y sos uno de los seres mas buenos que existe en este planeta, por favor no pienses que sos un monstruo porque sin importar cual sea tu naturaleza no lo sos – le dije tratando de que entrara en razón.
- ¿De verdad no me temes? – pregunto un poco más tranquilo.
- Te juro que no – le respondí con seguridad.
- Arianna por favor perdóname, jamás quise que me vieras así, por favor mi vida perdóname – se disculpo y Facundo y yo notamos que Diego ya estaba bien.
- No tienes porqué disculparte, no hiciste nada malo mi amor – le dije y sonreí para animarlo.
- Te amo mi princesa – dijo con su sonrisa que me hipnotiza.
- Te amo mi vampiro – le dije y reímos.
- Facundo ¿Me puedes soltar? Te juro que estoy bien – le pidió Diego a Facundo que estaba quieto y en silencio para no interrumpirnos.
- Claro compañero, me alegro que ya estés bien – contestó y lo soltó, Diego caminó los dos pasos que nos separaban y me abrazó con fuerza.
- Gracias – me susurró al oído – Te amo.
- No tienes que agradecer, yo también te amo – le dije.
En ese momento sentimos que alguien se acercaba, Diego y Facundo quedaron tranquilos pero yo buscaba con la mirada quién se acercaba, de entre los árboles apareció Cloe con sangre en los labios y una gran sonrisa.
- ¿Qué tal estuvo? – preguntó Facundo.
- Sinceramente muy bueno, no tanto como los humanos pero no tan malo como imaginaba – confesó y sonrió de nuevo.
- ¿Crees poder vivir así? – le pregunté.
- Yo puedo con todo – bromeó y los cuatro nos reímos – Pero la verdad si me gustaría intentar este estilo de vida – anunció.
- Me alegra escuchar eso – dije y la abracé – Estoy orgullosa de ser tu amiga.
- Gracias Ari – contestó Cloe feliz.
- A mi también me alegra – dijo Diego y la abrazó – Cloe admito que no fue seguro que trajeras a Arianna pero con todo mi negro corazón te agradezco que lo hayas hecho y perdón por comportarme como lo hice – le dijo apenado y agradecido, luego sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió la sangre de los labios de Cloe.
- No te disculpes, siempre que me necesites estoy contigo y cuando no me necesites también – bromeó y ambos rieron en perfecto coro.
- Me alegra escuchar eso y lo mismo digo – contestó Diego.
- Yo también me alegro que hayas decidido eso – dijo Facundo, pude notar en su voz un poco de incomodidad pero también sinceridad.
- Gracias, de verdad – contestó ella con la misma sinceridad e incomodidad en la voz.
- Ven aquí – dijo Facundo, la abrazó y ambos sonrieron – Si necesitas algo sabes donde me encuentro y tengo la agenda libre, sino has una cita con mi secretaria – bromeó y ambos rieron a carcajadas.
- De acuerdo y gracias, esta vez no me comeré a tu secretaria de nuevo – dijo Cloe siguiendo la broma. Diego y yo nos miramos totalmente sorprendidos.
- ¿Y ahora? – dije totalmente perdida.
- ¿El lobo nos mató a los dos? – preguntó Diego.
- Creo que les debemos una explicación – dijo Facundo a Cloe.
- Si pero Arianna debe aclarar unos temas con Diego – le contestó Cloe mirándome a los ojos y recordé el motivo por el que estaba en ese bosque.
- Tienes razón – dije.
- Nosotros mejor vamos para la casa, nos vemos allá – dijo Cloe a mi y Diego.
- ¿Te juego una carrera? – le dijo Facundo a Cloe.
- Claro, Diego ¿Puedes marcar la largada? – pidió Cloe y se posicionó al lado de Facundo pronta para salir.
- Emm claro, en sus marcas ¿Listos? ¡Fuera! – anunció Diego y Cloe y Facundo desaparecieron dejando sólo un montón de polvo detrás de ellos.
- Eso fue extraño – dije desconcertada.
- Si – agregó Diego – Arianna ¿Por qué arriesgaste tu vida viniendo aquí?
- Tenía que hablar con vos – le dije.
- ¿Sobre qué? – preguntó con curiosidad.
- ¿Por qué te frustró tanto que mi padre mencionara a Ariel? – pregunté y Diego quedó serio.
- Es que no lo soporto, salí de caza para no ir a Salto y matarlo con mis manos – contestó.
- ¿Por qué? ¿Qué ganarías con eso? – pregunté.
- Es que él te lastimó – me dijo con rabia.
- ¿Y qué? Mucha gente lo ha hecho, incluso mis propios padres y no por eso merecen la muerte – expliqué, pero sabía que había algo más que Diego no quería decirme.
- Si pero es diferente – dijo, lo miré fijamente a los ojos tratando de descubrir que me ocultaba pero su rostro estaba indescifrable.
- ¿Diferente por qué? – pregunté pero Diego comenzó a caminar - ¡Diego! – le grité, paró de caminar y me miró fijamente - ¿Qué pasa con Ariel? – le pregunté suplicándole que me respondiera.
- ¿De verdad quieres saber? – preguntó serio.
- Si – contesté decidida.
- ¡Lo envidio! – gritó – Eso es lo que me pasa, desde que lo conocí lo envidio – confesó y agachó la cabeza, molesto consigo mismo.
- Diego ¿Qué puedes envidiarle a él? – pregunté tomándole el rostro para que nuestras miradas se encontraran.
- ¿Acaso no es obvio? – dijo y corrió el rostro – Él es humano, él puede envejecer a tu lado, él puede darte la vida normal que mereces, yo no puedo. Cuando fuiste su novia a pesar del dolor y los celos que sentí estaba feliz porque tenía la esperanza de que algún día ibas a encontrar a alguien que te hiciera feliz y pudiera envejecer a tu lado, una persona que te diera hijos y luego gracias a eso nietos, conmigo nunca tendrás eso no quiero esta vida solitaria para ti, no quiero que dentro de unos años veas a las mujeres con sus niños con la misma envidia que siento yo por Ariel, eres demasiado buena como para ser condenada con esta existencia – explicó dándome la espalda y mirando al suelo en todo momento, no lo había notado pero las lágrimas habían comenzado a surgir de mis ojos – Aléjate de mi, no soy bueno para ti, jamás podré darte una vida digna. Cuando todo esto termine vete, olvídate de mí y busca a alguien que pueda hacerte feliz.
- Yo – traté de hablar pero mi voz estaba totalmente quebrada. Caí al suelo y rompí en llanto – No puedo creer que me pidas esto, no te imaginas como duelen tus palabras, pero si de verdad quieres que me vaya mírame a los ojos y dime que no me amas, pídeme que mantenga la distancia y luego me vaya, sino no lo haré – le pedí en llantos pero con fuerza en la voz.
Diego quedó petrificado por unos segundos, luego vino rápido hacia mí y tomó mi rostro con delicadeza para quedar a unos pocos centímetros del suyo, pude ver el dolor en su rostro y sobretodo en sus ojos.
- ¿Acaso no entiendes que sólo quiero lo mejor para ti? – dijo sin soltar mi rostro.
- Dime que no me amas y me alejaré, no te molestaré, luego veré que hago con Facundo y Cloe, dime mirándome a los ojos que no me amas – dije con un fuerte dolor en el alma tratando de imaginar mi vida sin Cloe y Facundo pero sobretodo sin Diego, seguramente me convertiría en una zombie sin vida y sin ninguna emoción más que dolor.
- Yo… no puedo – dijo rendido y me besó como nunca lo había hecho, con fuerza y pasión pero a la vez con cariño y delicadeza, le respondí el beso con el corazón latiendo desbocado, lo tomé por el cuello para que no se alejara de mi, estuvimos así hasta que Diego nos separó para que yo pudiera respirar – Arianna te amo más que a mi propia existencia, pero entiende que no es segura esta vida para ti, si algo te pasa me muero, yo no tengo corazón ni alma pero me tranquilizo al saber que los tienes vos, siempre fueron para vos. Eres una persona buena, solidaria, sincera, hermosa y pura, no mereces sufrir el martirio de la vida vampírica – dijo sin soltar mi rostro y acercando el suyo hasta que su frente quedó tocándose con la mía.
- Diego entiendo tu preocupación pero es mi vida, permíteme decidir que hacer con ella, el que sea humana no quiere decir que sea tan débil – me defendí.
- Créeme, eres como una perfecta rosa blanca, cualquier movimiento en falso, un segundo que pierda el control puedo hacerte mucho daño y jamás me lo perdonaría – explicó mientras acariciaba con delicadeza mi mejilla limpiando mis lágrimas.
- Sé los riesgos, siempre los supe pero elijo vivir mi vida así, elijo correr esos riesgos porque la única persona que de verdad puede lastimarme sos vos, los humanos y el resto de los vampiros a excepción de Cloe y Facundo, pueden querer lastimarme haciéndome daño físico, pero el daño que tú puedes hacerme es mucho más potente, efectivo y sin cura porque si lastimas mi corazón y mi alma no creo que logre sanar, ellos pueden secuestrarme, torturarme y hacerme muchas cosas pero tú, usando tres palabras puedes hacer que me derrumbe totalmente y pierda toda razón de vida – confesé y otra lágrima cayo de mis ojos.
- Por favor no llores – me pidió Diego.
- No puedes pedirme que me aleje de ti y luego pedirme que no llore – contesté un poco enojada – No se puede tener todo en la vida, hay que hacer elecciones, yo ya hice las mías ¿Tu qué eliges? – pregunté.
- No tienes que preguntar, sabes que siempre te elegiré a ti – contestó decidido.
- Entonces deja de hacer esto, aunque no lo creas las palabras también lastiman – le reproché.
- Lo siento de verdad, jamás fue mi intención lastimarte, todo lo que hago es porque te amo y para mantenerte a salvo mi princesa – dijo y mi corazón se aceleró, no pude evitar sonreír.
- Te amo – le dije.
- Yo también, eso tenlo siempre presente – al decir eso Diego secó mis lágrimas y me abrazó con fuerza, yo le correspondí el abrazo feliz.
- ¿quieres volver a la casa? Hay que resolver el misterio de Cloe y Facundo – sugirió y ambos sonreímos al pensar en Cloe y Facundo.
- ¿En dónde estamos? – pregunté con curiosidad.
- En Extremadura – dijo y recordé un poco las clases de geografía del liceo entonces logré ubicarme.
- Bastante lejos de casa – comenté.
- Si, fue idea de Facundo venir aquí, la fauna es variada entonces me trajo para calmar mi al genio – comentó mientras caminábamos por el bosque.
- Entiendo, es un gran amigo – dije y sonreí.
- El mejor de todos – agregó Diego mirando al cielo y sonriendo.
- Creo que ya es hora de volver, me está empezando a dar frío – dije.
- De acuerdo pero antes ten – dijo y me dio su campera – No quiero que te enfermes.
- Gracias, es muy tierno de tu parte – agradecí, me puse la campera y le dí un beso en la mejilla.
- ¿Lista? – preguntó, asentí y fui a subirme a su espalda pero me frenó – No, ven aquí – me tomó en sus brazos – Cierra los ojos – esos segundos sentí que estaba flotando en el cielo.
- Ya puedes abrir los ojos – dijo Diego ayudándome a asentarme en el sofá de la sala ya que estaba un poco mareada por el viaje.
- ¿Cloe y Facundo pueden venir? – les pedí, al pasar dos segundos bajaron la escalera a los empujones como si fueran niños.
- ¿Qué nos perdimos? – preguntó Diego un poco sorprendido sentado a mi lado.
- Gané la carrera – dijo Cloe animada.
- Felicitaciones pero sabes que no me refiero a eso – contestó Diego.
- De acuerdo les contaremos – dijo Cloe.
Porfa comenten de verdad me importa su opinion, besos Zoe
ResponderEliminarNooo me quede sin oracioness se me termino el capitulo :_ jaj nada mejor que una tacita de cafe! y la madrugada para leer, zoe perfecto pero debo decirte una cosa que me quedo en duda, pero prefiero en perona :) buen trabajo! :D besos Agu :)
ResponderEliminarTe felicito esta buenisimo seguí así...
ResponderEliminarAtte: Eterna Acompañante
Gracias a ambos significa mucho para mi.
ResponderEliminarEterna Acompañante puedo preguntar tu identidad? si no quieres no la digas :) pero me gustaria mucho saber quien eres.
Besos a ambos :D