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domingo, 28 de octubre de 2012

13 - La Salida


“Este capítulo es muy especial e importante para mi, pues recibí ayuda de una de las personas mas importantes de mi vida: Ahuski, gran escritor y amigo, gracias por siempre estar para mi, soportando mis locuras, problemas y apoyándome siempre, gracias por ayudarme con este capítulo que tanto me costó escribir, pues en él hay un quiebre importante entre Diego y Arianna y sabía que no podía lograr plasmar eso yo sola, así que gracias de nuevo.
Espero a todos los que lo lean le guste este capítulo que nos llevó tanto tiempo crearlo y perfeccionarlo lo mejor posible.
Comienzan a venir momentos críticos y decisivos en la historia, espero les guste… “La Salida”
Besoos Zoe”

La Salida
-         Lo que pasó fue que cuando nos gritaste nos sentimos muy mal, pero nos sirvió para darnos cuenta de que tenías razón, nos estábamos comportando como niños – admitió Cloe avergonzada – Por lo que Facundo propuso hacer un pacto de paz, olvidar todo para comenzar de cero y acepté – dijo y sonrió.
-         Luego comenzamos a hablar y descubrimos que tenemos muchas cosas en común – dijo Facundo – Aunque debo admitir que es mucho más veloz que yo – agregó y rió.
-         Cuando llegamos a la casa Facundo me explicó porqué se había molestado conmigo el día que aparecí en tu cuarto y reconozco que tenía razón – confesó Cloe.
-         Y yo reconozco que se me fue la mano en la discusión – admitió Facundo.
-         Me alegra mucho escucharlos decir eso – dijo Diego feliz.
-         A mi también me alegra muchísimo – dije animada pero bostecé del cansancio – Mm creo que es hora de que vaya a dormir – comenté.
-         Si es de madrugada, ve a dormir que cuando despiertes tendremos todo pronto para ir al shopping – ordenó Cloe feliz.
-         Vamos yo te acompaño – dijo Diego y juntos subimos a mi habitación.
-         ¿Me esperas? – pedí cuando acabábamos de entrar a mi habitación, Diego asintió. Tomé una ducha reparadora y me puse mi pijama. Cuando salí lo encontré leyendo sentado en el balcón.
-         ¿Qué lees? – pregunté con curiosidad.
-         Nada importante ¿Quieres que me quede? – preguntó y me miró mostrando con una sonrisa pícara que me dejó hipnotizada por unos segundos.
-         Si no te molesta – respondí devolviéndole la sonrisa.
-         Jamás me molesta estar con mi princesa – dijo finalizando la conversación.
            Nos acostamos abrazados, tenía la cabeza apoyada en su cuerpo por lo que quedamos mirándonos a los ojos hasta que el sueño y el cansancio me dominaron quedándome dormida, sorprendentemente esa noche no soñé.
Me desperté a causa del hambre y según el reloj de la mesita de luz era media tarde, Diego seguía a mi lado mirándome con una sonrisa en el rostro, al ver que me había despertado me besó en la frente.
-         ¿Cuánto dormí? – pregunté.
-         Unas cuantas horas ¿Soñaste algo? – preguntó con curiosidad.
-         No, sólo recuerdo que dormí y desperté, sólo eso, ¿Hablé dormida? – pregunté y Diego negó con la cabeza – Entonces estaba demasiado cansada. Diego ¿Me das unos minutos a solas? Es que quiero tomar un baño.
-         Si claro mi vida, te veo abajo para que almuerces – dijo, me besó en la frente y salió de la habitación.
Luego de desayunar volví a la rutina, tuve clases con Diego y Facundo, luego practiqué violín con Cloe y francés con Facundo, tendría que haber estado estudiando toda la tarde pero Cloe estaba muy ansiosa por la salida de esta noche y quería planear cada detalle.
Hubo un momento en el que consideré contarle a Diego sobre la visión que tuve el mes pasado en la que me veía en aquel calabozo pero no lo quise preocupar. No podía sacarme el recuerdo de aquella visión de la cabeza, todo el día tuve esa imagen y recordaba el dolor que sentía. Facundo lo notó cuando me estaba enseñando.
-          ¿Qué tienes que estás tan desconectada? Pensé que te gustaba la mitología griega – preguntó preocupado.
-          Nada – dije con tono casual porque sabía que Cloe y Diego podían escucharnos, entonces tomé mi cuaderno y escribí:
“No me puedo sacar de la cabeza la visión del mes pasado”
Facundo me miró y escribió:
“¿La del calabozo?”.
Asentí y lo miré preocupada, entonces contestó:
“Yo también la recuerdo y me tiene muy preocupado, ¿Has pensado en decirle a Diego?”.
Al leer eso negué con la cabeza y garabateé:
“No quiero preocuparlo”.
Facundo mostró su desacuerdo con una mueca y escribió:
“Pero sabes que en algún momento va a pasar, merece y debe saberlo, él te ama”.
Al leer eso mi corazón se estremeció, Facundo tenía razón, pero simplemente no puedo, al fin todo está bien, no puedo complicar todo de nuevo, entonces respiré hondo y escribí:
“No lo voy a lastimar con mis poderes”.
-          De acuerdo, sigamos – dijo mientras despedazaba la hoja donde habíamos conversado.
Luego de eso el día pasó tranquilamente hasta que llegó la noche. Cloe me ayudó a elegir mi atuendo y partimos en el auto de Facundo al shopping.
Facundo iba manejando, Cloe estaba en el asiento del acompañante y Diego y yo estábamos abrazados atrás, pude notar que a Diego le pasaba algo, estaba raro.
-          ¿Te pasa algo? – le pregunté a Diego, me miró y me dedicó una sonrisa tranquilizadora.
-          A ti no puedo mentirte – dijo – Admito que estoy un poco preocupado – confesó.
-          No te preocupes, todo va a salir bien – dije para animarlo pero también me lo dije a mi misma para tratar de tranquilizarme.
No demoramos mucho en llegar, Facundo y Diego salieron primero a recorrer para que todo estuviera seguro mientras Cloe y yo hablábamos sobre los planes para esa noche.
Luego de veinte minutos volvieron.
-          Está todo seguro, vamos – dijo Facundo feliz y con una sonrisa pícara y de complicidad en el rostro.
Cuando entramos fue un poco incómodo, los chicos miraban mucho a Cloe y las chicas no les sacaban los ojos de encima a Diego y Facundo a pesar de que Diego y yo íbamos tomados de la mano.
Primero entramos al cine, luego jugamos al pool, sorprendentemente Diego y yo le ganamos a Cloe y Facundo.
Jugamos por tres horas al pool, admito que fue bastante incómodo que cada vez que pasaba una chica linda miraba a Diego asombrada y a mí como si fuera un ser insignificante pero no me importó. Cloe y Facundo disfrutaban de la atención que recibían, Facundo consiguió unos cuántos números y Cloe aprovechó para jugar con cada humano que tuviera la valentía de hablarle.
-          ¡Gané! – dijo Cloe por tercera vez luego de jugar durante una hora al pool contra Facundo.
-          ¿Cómo lo haces? – le preguntó Facundo.
-          Una mujer tiene sus trucos – contestó y rió.
Luego de eso mientras Facundo y Diego fueron a recorrer el perímetro, Cloe y yo nos fuimos a mirar las tiendas y a comprar algunas prendas.
Cloe entró en una tienda de Gucci mientras yo fui a mirar unos zapatos Louboutin.
Mientras miraba los zapatos comencé a sentir que alguien me seguía, cambié de tienda mientras miraba disimuladamente a mis espaldas por los espejos, pude confirmar que un hombre me estaba siguiendo, alto, fornido, con pelo negro y corto.
Empecé a buscar a Cloe pero me perdí entre las personas, cuando de repente mi seguidor me enfrentó.
-          Hola Arianna – dijo mientras me dedicaba una sonrisa diabólica, pude notar que era humano pues podía ver sus venas resaltando en sus brazos.
-          ¿Quién eres? ¿Cómo me conoces? – pregunté ya un poco asustada.
-          Me llamo Viktor…
-          Y es amigo mío – dijo otro hombre que apareció a mis espaldas. Giré rápidamente para verlo, un vampiro de pelo castaño bien oscuro, ojos rojos como rubíes y con una belleza sádica y maligna impregnada en su rostro.
-          Eres Oscar ¿Verdad? – pregunté asustada.
-          Acertaste, hola muñeca – dijo y amplió su sonrisa.
-          Sabía que no estabas solo – dije con seriedad tratando de ocultar el miedo.
-          Jamás te consideré tonta, me alegra confirmar mi sospecha – dijo.
-          ¿Qué quieres? ¿Por qué no me dejas tranquila con Diego? – pregunté y procuré no nombrar a Cloe y Facundo.
-          Él arruinó mi negocio que es para lo que vivo, entonces arruinaré su razón de vivir – contestó, pero, había algo más que estaba oculto en sus ojos, dicen que los ojos son las ventanas del alma y hasta un sádico como Oscar tiene una, pero silenciada y dañada.
-          No es cierto, hay algo más, algo que no quieres confesar – dije pensando en voz alta – Tus ojos me lo dicen.
Al escuchar eso la expresión de piedra en la cara de Oscar desapareció, quedó totalmente sorprendido pero enseguida enfadado pues yo había descubierto su secreto.
-        ¡CALLATE! – gritó enfurecido y lo siguiente que sentí fue un duro golpe en mi rostro, Oscar me dio una bofetada tan fuerte que caí en los brazos de Viktor profanando un grito seco de dolor mientras un lagrimón se asomaba por mi rostro.
-        Oye es una niña – dijo Viktor con lástima.
-        ¡Tú no te metas! ¡¿Quieres ser vampiro o no?! – le gritó Oscar, Viktor asintió callado - ¡Entonces cállate y concéntrate! – le ordenó y Viktor asintió.
-        Así que eres un escudo – le dije suavemente ya que me dolía todo el rostro, Viktor me miró sorprendido y asintió - ¿Por qué no lo convertiste? – le pregunté a Oscar.
-        Eres bastante curiosa – dijo mientras recuperaba la compostura – Estoy de buen humor así que te lo diré, dos meses no es suficiente para controlar la sed – dijo y sonrió sádicamente –Él es especial pues lo encontré hace un mes y fue fácil entrenarlo – contó.
-        Déjame ir, por favor – le pedí asustada.
-        Viktor agárrala bien, es hora de irnos – ordenó Oscar, Viktor me envolvió con sus brazos y me levantó del suelo para llevarme con ellos.
-        ¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Alguien que me escuche! – grité una y otra vez pero la gente pasaba a mi lado como si nosotros no existiéramos.
Llegando al estacionamiento escuché una voz a lo lejos que gritaba mi nombre, la reconocí al instante, Diego me buscaba, ya habían comenzado a buscarme.
Como Viktor me llevaba levantada en el aire pude lograr patearlo en sus partes con el talón, lo que hizo que me soltara y que el escudo se debilitara, instintivamente comencé a correr hacia Diego.
-        ¡Diego! – grité, al instante Diego me vio - ¡Es Oscar! ¡Tiene un…! – antes de poder terminar la frase sentí un golpe en mi cuello y caí inconsciente.

DIEGO

Estábamos vigilando los alrededores con Facundo cuando Cloe me llamó nerviosa.
-        Diego, no encuentro a Arianna, estaba en una tienda pero cuando fui a buscarla ya no estaba y nadie la vio – dijo nerviosa, si tengo corazón en este momento se detuvo, mi único temor se estaba presentando.
-        Tranquila, Facundo irá a ayudarte a buscar tienda por tienda y yo recorreré el estacionamiento mil veces si es necesario – le dije y corté.
-        ¿Qué pasó? – preguntó Facundo.
-        Es Arianna, Cloe no la encuentra – le dije – Ve con Cloe y busquen en cada rincón dentro del Shopping, yo buscaré aquí afuera.
-        ¿Estás seguro de que no quieres que te ayude? – preguntó preocupado.
-        ¡VETE! ¡YO PUEDO SOLO! – dije un poco más alto de lo normal, el miedo me estaba dominando, si algo le pasa a Arianna no se que haré, ya no puedo estar sin ella – Perdón, estoy preocupado, ayuda a Cloe, yo en estos momentos no puedo tranquilizarla – le dije a Facundo con más tranquilidad.
-        De acuerdo, no te preocupes, ya la encontraremos – dijo para tranquilizarme.
Comencé a recorrer todo el estacionamiento mirando cada rostro que se cruzara en mi camino, los minutos y las personas pasaban y ella no aparecía, hasta que la vi… venía corriendo hacia mí gritando asustada, pude ver que habían dos hombres con ella, un humano y… Oscar… Oscar estaba con Arianna.
-        ¡Diego! – gritó cuando la vi, comencé a correr hacia ella - ¡Es Oscar! ¡Tiene un…! – antes de terminar la frase desapareció, inexplicablemente de un momento a otro dejé de verla.
Seguí su rastro hasta ese lugar pero al llegar al otro lado del estacionamiento donde se encontraba el rastro de su aroma desaparecía, era como si no estuviera allí.
En ese instante aparecieron Cloe y Facundo.
-        Rastreamos su esencia hasta aquí – dijo Cloe - ¿Encontraste algo?
En ese momento caí al suelo de rodillas, mi único miedo se había cumplido, la razón de mi existencia está en manos de un sádico vampiro que es capaz de cualquier cosa para saciar su sed de venganza.
-        Diego ¿Qué pasó? – preguntó Cloe preocupada, Facundo estaba totalmente callado.
-        La tiene, Oscar la tiene – dije en un susurro – Logró capturarla.
-        No – dijo Cloe y se tiró en los brazos de Facundo sollozando - ¡NO!
-        Ya la vamos a encontrar, sé que va a volver a estar con nosotros – dijo Facundo decidido mientras consolaba a Cloe.
-        ¿Cómo estás tan seguro? – pregunté.
-        Luego te lo explicaré, pero primero lo primero, ¿Pudiste verla o escucharla? – preguntó.
-        Si, fue de lo más extraño, pude verla, olerla y escucharla, me dijo: “Oscar tiene un…” y antes de terminar la frase desapareció, fue como si fuera un fantasma, entonces seguí su rastro hasta aquí donde desaparece, es como si la tierra se la hubiera tragado – expliqué con un hilo de voz – Ella tenía razón, Oscar no anda solo, alcancé a ver al que estaba junto a él y es un humano – expliqué.
-        Por lo que me dices significa que ese humano es un escudo muy poderoso ya que bloquea todos los sentidos – dijo Facundo.
-        ¿Qué hacemos ahora? – preguntó Cloe.
-        Recorramos los alrededores, su escudo es humano, si se debilita los podremos sentir – les dije.
-        ¿Nos separamos? – preguntó Cloe.
-        Sé que así recorremos más territorio en menos tiempo pero lo mejor es que ahora estemos juntos – dije mientras me levantaba.
-        Tienes razón, aparte aunque el que está con Oscar es un humano la puede lastimar igual – admitió Cloe con tristeza y preocupación.
-        Bueno, vamos – dijo Facundo y comenzamos a correr alrededor del Shopping y cada vez alejándonos más pero no encontrábamos nada. A los veinte minutos los sentimos en una camioneta, comenzamos a seguirlos sin que ellos nos notaran hasta un galpón, notamos que allí aparte de Oscar y el humano habían otros vampiros, lo que nos sorprendió, por lo que nos quedamos vigilando. Al parecer, eso era una especie de bar sólo para vampiros, al que Oscar le gustaba frecuentar por lo que pudimos escuchar.
Me moría de ganas de entrar y asesinar a todos con tal de estar de nuevo con Arianna, pero Cloe y Facundo me mantenían con la mente fría y clara. Luego de unas horas pudimos escuchar las órdenes que Oscar le daba a Viktor.
-        No le quites los ojos de encima, yo agarraré nuestras cosas y nos iremos, estoy seguro de que el estúpido de Diego nos está siguiendo – dijo el maldito.
-        Entremos – dijo Cloe cuando el bar quedó vacío – Podemos ir por el depósito.
-        Si lo mejor es entrar ahora – agregó Facundo.
-        Vamos, pero, entraré solo, esto es entre él y yo, aléjense lo suficiente para que no los podamos sentir, si los necesito los llamaré – dije y ellos asintieron.
Nos dirigimos sigilosamente hacia el galpón, entré sólo y no había nadie, o, yo no podía ver a nadie.
Cloe y Facundo ya se habían alejado lo suficiente para que ni Oscar ni yo pudiéramos percatarnos de sus efluvios vampíricos. Pero cerca para poder escuchar mi voz.
Entonces sentí una carcajada malévola en el fondo oscuro del galpón y la voz de Oscar diciéndome:
-        ¿Llegas a estos extremos por esta simple mortal? En realidad no puedo creerlo, yo te di cobijo y…
-        Cállate – dije – No tienes porque echármelo en cara, yo soporté demasiado tus impertinencias y mi deuda la saldé cuando te dí un compañero, o más bien un perro faldero que te creía su amo y señor.
Oscar calló por un rato pero luego dijo:
-        No me interesa lo que pienses, pero tú, me quitaste algo preciado para mí, ahora llegó el momento de que te sientas igual.
Me exalté y grité:
-        ¡No lo hagas!
Oscar enfurecido gritó:
-        ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué Diego?!
-        Porque la amo – dije y una lágrima cayó por mi mejilla.
-        Así que la amas – dijo Oscar.
-        Por supuesto, no podría vivir sin ella.
-        ¿A esto le llamas vida? – preguntó Oscar.
-        Quizá lo creas imposible ya que eres un ser soberbio y sin sentimiento alguno – dije – Pero cada vez que Arianna está conmigo un poco de la humanidad que perdí en mi transformación regresa, y me hago más fuerte para protegerla de todo mal que la aceche. Para protegerla de ti – declaré.
-        No parecer que la ames tanto – mencionó Oscar – Sabias que esto pasaría y si la amaras la hubieses convertido.
-        Detente – dije.
-        ¿Qué harás cuando su rosada piel se vuelva gris y ajena con el tiempo? – preguntó.
-        Detente – volví a repetirlo con ira, pero también con ¿Angustia, porque Oscar tenía razón?
-        ¿Te atreverás a quitarle su vida mortal y entregarle una nueva, una en la que nunca muera y se conserve así hasta el fin de los días?
Claro que no, él no tenía razón, sólo era un monstruo descontrolado por su sed de venganza eterna.
Me incorporé de mis pensamientos y le dije con la mirada más amenazante que no poseía hacia ya doscientos años.
-        Eso a ti no te incumbe en lo absoluto.
-        Amigo mío… - dijo con el mayor sarcasmo del mundo – Estás en problemas.
-        ¿Por qué? – pregunté desconcertado, Oscar inhaló aire entre dientes y exhaló mostrando signo de preocupación falsa y descarada. Luego dijo:
-        Si no la mato yo en estos momentos y créeme que lo anhelo con todo mi ser, el paso de los años no hará más que convertirla en una anciana, mientras tú no envejeces para nada y luego ella morirá…
Después de esas palabras se abrió una puerta, de ella salió Oscar con una copa de cristal la cual contenía sangre, era la sangre de Arianna, el maldito la estaba drenando. Tuve ganas de abalanzarme sobre él y matarlo pero tenía que conseguir información sobre el paradero de Arianna.
Oscar quedó frente a mí, bebió de la copa y limpiándose la sangre con un pañuelo dijo:
-        Te enfrentas a un dilema muy grande y complicado, ¿Qué harás?, Matarme y salvarla de que la mate, sabiendo que si haces eso perderás toda información que te ayude a dar con ella, o, quizás me dejarás ir con la esperanza de que me compadezca de ella y la perdone, o, me suplicarás, humillándote, de rodillas que tome tu vida y no la de ella sabiendo que luego de que te mate la mataré de todos modos – me quedé pensando pero no pude decir palabra alguna – Ahh me olvidaba, hay otra opción, verla morir de vejez – agregó lanzando una carcajada tenebrosa pero a la vez irritante.
-        Y transformarla ¿No es una opción? – pregunté.
-        ¿Para ti? Jajaja primero no la quieres convertir en el monstruo que eres porque eres un estúpido vampiro que odia su existencia y segundo no quieres perder tu preciada pizca de humanidad ¡Claro que no te atreverías a transformarla! – rió.
Me arrodillé y a la sorpresa de Oscar le supliqué por la vida de Arianna llorando una lágrima de sangre.
Oscar mostró una sonrisa, pero muy diferente a la que siempre hacía, era una sonrisa inocente, de compasión.
-        ¿Sabes que? Te entiendo amigo mío, yo cuando era humano sentía lo mismo por una mujer que fue el único amor de mi vida, por ella soy lo que soy ahora – dijo en tono susurrante, amable y calmado, luego cruzó de nuevo la puerta, después de cinco minutos de escuchar ruidos de cadenas y copas, reapareció con Arianna totalmente blanca, con ojeras y delgada a causa de la falta de sangre.
Tuve la acción de moverme pero antes de eso Oscar me detuvo y dijo:
-        Yo me ocupo – con el mismo tono de antes. La acercó a mi tanto que íbamos a abrazarnos y cuando nuestros labios estaban a menos de un centímetro el uno del otro, Oscar tomó una daga que tenía oculta en su gabardina, me apuñaló el corazón y luego giró la daga para que la herida no cicatrizara rápido, luego me dijo con un tono totalmente sarcástico y burlón:
-        ¿En serio creías que me compadecería de ti? Te podría matar ahora mismo si quisiera, al igual que a ella, pero tengo otros planes más malvados.
Luego de decir eso Oscar me golpeó muy fuerte en la nuca y salió muy despacio con Arianna en brazos riéndose macabramente, entonces dijo:
-        Nos vemos dentro de poco amigo mío, no te preocupes por ella, es un buen alimento, la mantendré viva.
Oscar escapó mientras yo quedo inconsciente en el suelo. De pronto escuché la voz de Cloe que le decía a Facundo que buscara a Oscar en los alrededores mientras que ella me asistía la herida. Cloe me quitó la daga del pecho y me dio de beber sangre de un conejo para que la herida cerrara.
Cuando estuve un poco recuperado salí corriendo de ese lugar en busca de Oscar pero a pocos kilómetros Facundo me detuvo, me dio un choque eléctrico y me llevó a mi casa junto con Cloe.